La traducción a juicio
Resumen
Con motivo de una visita que los reyes de España realizaron a Navarra, Iñaki Antigüedad, colaborador del diario Egin escribió un comentario en euskara por el que se vio sometido a juicio bajo la acusación de injurias al Rey. En dicho proceso, las diligencias previas, así como el propio juicio se basaron en sendas traducciones del comentario en euskara, realizada la primera por el IVAP, y la segunda presentada por el ministerio fiscal. Fue la primera vez en que se juzgaba un texto escrito en euskara, pero, lo cual es muy importante, a través de su traducción al castellano.
El presente artículo pretende hacer un análisis comparativo del uso lingüístico y de los recursos estilísticos de los tres textos. Para ello se plantea una serie de interrogantes, que resultan esenciales debido a que tanto el juez como el fiscal únicamente podían tener pleno conocimiento de las traducciones, no así del original:
- ¿Una persona que no sabe euskara lee lo mismo al leer únicamente el texto en castellano?
- ¿Producen el mismo efecto o sensación el original y sus traducciones?
- ¿Son uno y otros del mismo estilo o género?
- Tal y como está traducido, ¿sería publicado dicho comentario en un periódico en castellano? O, dicho de otra forma, dichos textos están hechos para el mismo receptor?
En opinión de la autora del artículo, puede ponerse en duda que haya autentica equivalencia entre el texto original y las traducciones, ya que estas no guardan el mismo estilo ni tienen la misma fuerza comunicativa que el texto en euskara; tampoco están dirigidas a un mismo receptor, y el propio modelo lingüístico que se supone al receptor es bien diferente.
Mas adelante se hace un análisis en detalle de los pasajes mas problemáticos de los tres textos, llegando a la conclusión de que los textos conocidos por el juez y el fiscal no comunicaban el mismo mensaje que el original, pues no eran sino versiones aproximadas de carácter explicativo.
Igualmente, los tres textos muestran estilos muy diferentes, ya que el original es más informal, satírico e incluso más vulgar, pero más coherente en sí mismo, mientras que las traducciones son a veces de tono más culto, y presentan menos coherencia interna. Estas diferencias provienen del hecho de que los textos realmente juzgados, las traducciones, no estaban destinados a una columna periodística, sino a servir de prueba en un proceso judicial, por lo que debían ajustarse al máximo a la letra del original.