Presentación
Koldo Biguri

Traducción: Koldo Morales

Esta revista SENEZ está llegando a su décimo año de andadura, y en ese espacio de tiempo ha registrado algunas modificaciones. La revista surgió en la Escuela de Traductores de Martutene, y ahora está en manos de la Asociación de Traductores, Correctores e Intérpretes de Lengua Vasca; además, de publicarse cada cuatro meses ha pasado a ser una publicación anual. De todas maneras, esos cambios no han sucedido solamente en nuestra revista. En efecto, en estos diez años la traducción en euskera ha recorrido un camino que pocos podían imaginar, tanto desde el punto de la vista de la cantidad como, sobre todo, desde el de la calidad. En otra época, hace poco tiempo, la traducción era sinónimo de algo extraño al euskera, se le llegaba a considerar enemiga del euskera auténtico, y quienes albergaban esos recelos contra la traducción al euskera rara vez se pararían a pesar en quién, cómo y en qué condiciones se convertían al euskera textos escritos en otros idiomas: sin lugar donde aprender técnicas de traducción, sin diccionarios adecuados, sin ejemplos para manejar con propiedad la traducción al euskera. Afortunadamente, los años no han pasado en balde, y en estos últimos tiempos ya tenemos en nuestras manos, en casi todos los campos, recursos y ayudas con los que ni siquiera podíamos soñar hace unos años. Así, por ejemplo, los traductores literarios tienen motivo para estar orgullosos, puesto que un escritor como Lertxundi afirma que en su opinión la traducción está entre la mejor producción que ha dado la literatura en euskera en estos últimos años, así como que en ese ámbito ha hecho sus mayores avances nuestra literatura nacional.

No obstante, no podemos olvidar que en la sociedad vasca (en la sociedad vascohablante, para ser más exactos) aún no se valora en su justa medida el papel que la traducción cumple y sin duda seguirá cumpliendo en el futuro, tanto para su normalización para su reglamentación, ¿por qué no? como para su difusión en todos los ámbitos. Estando así las cosas, para que la traducción no desista en ese empeño necesitamos aún, incluso más que nunca, todo tipo de infraestructuras adecuadas para formar de manera idónea a los nuevos traductores y para seguir formando a los ya existentes. En efecto, se acabó la escuela de Martutene, se acabó también la que puso en marcha el Instituto Vasco de la Administración Pública, pero no ha acabado, ni mucho menos, la necesidad de formar a nuevos traductores, ni tampoco la necesidad de ofrecer a quienes ya trabajábamos en esta profesión los instrumentos de trabajo, los materiales didácticos y los necesarios elementos de reflexión; además, sin duda alguna, en nuestra sociedad cada vez es mayor el interés por la traducción, como lo demuestra el número de traductores y estudiantes de traducción que acuden a los masteres que organizan la Universidad del País Vasco y la Universidad de Deusto, así como el número de los que acuden a los cursillos que organiza la Universidad Vasca de Verano en Baiona e Iruñea y a otros cursos similares. Y dentro de ese objetivo entra de lleno esta revista.

Cuando se creó la revista, sus impulsores fueron alumnos y profesores de Martutene, y tanto unos como otros reunieron en ella las lecturas que necesitaban para la escuela y los trabajos que elaboraban en las escuelas; posteriormente, con la intención de llegar a todos los traductores de euskera, la revista intentó responder también a las nuevas necesidades y recogió la aportaciones de otras personas, tal como sucede también en la actualidad. Algunos de sus objetivos iniciales se han ido consiguiendo con el paso de los años, y, por supuesto, también su estructura y contenidos se han ido adaptando a las necesidades y recursos de cada momento.

Al contrario de lo que decía el prólogo del primer número, los traductores vascos ya no somos desconocidos entre nosotros, entre otras cosas por nuestra revista nos ha ayudado a conocernos y a juntarnos, en su medida; asimismo, también nos ha hecho llegar las teorizaciones externas sobre la traducción, algunas veces mediante traducciones y otras mediante la publicación de los materiales presentados a las jornadas de traducción organizadas a instancias de EIZIE en los Cursos de Verano de la Universidad del País Vasco. Queremos seguir por ese camino, pero está claro que para ello necesitamos la ayuda de los que ya son traductores y de los que desean llegar a serlo; esta revista no quiere limitarse a ser un espacio cerrado para los socios de EIZIE, sino abrirse a todos los euskaldunes que se mueven en torno a este oficio y afición.

A la hora del cierre nos ha llegado la noticia del fallecimiento de Antonio María Labaien, autor de teatro en euskera y traductor, y a modo de homenaje de EIZIE y del Comité de Redacción de SENEZ queremos dedicarle este número.