Presentación

Traducción: Koldo Morales

En un informe publicado en el número del año XXVI. (pág. 988) de la revista Euskera (2ª época), Xabier Mendiguren prefiguraba una Asociación de Traductores Vascos. El informe dice lo siguiente:

"sería necesario o interesante algo así como una Asociación u Organización de Traductores Vascos.

  • Para garantizar la profesión o actividad del traductor.
  • Para igualar tarifas.
  • Para canalizar una demanda creciente.
  • Para que surjan cada vez más traductores profesionales y se especialicen en diferentes ámbitos.
  • Para que se centralice la información en algún punto, con objeto de difundir con rapidez todo tipo de informaciones e iniciativas.
  • Para organizar cursos de formación y reciclaje.
  • Para que la Escuela de Traductores (básica - especializada) tenga un entorno de experiencia, para reunir a los profesores y para otras tareas.
  • Para que publicar de forma periódica algún boletín o revista.
  • Para discutir la posible necesidad de un carnet, documento o similar. Es toda una declaración de objetivos que podría servir como planificación para una Asociación de Traductores".

Algunas de las propuestas que se hacían de esa forma hace cinco años se han cumplido, quizás porque la Escuela de Traductores las ha asumido y llevado adelante (cursos, esta revista).

Otras propuestas, las de menor interés, continúan sin llevarse a cabo; y difícilmente se llevarán a cabo, sobre todo si los traductores no tienen una organización diferente a la actual.

Ciertamente, durante un tiempo la Escuela de Traductores ha sido un punto de referencia para muchos traductores, un lugar al que acudir. Pero la Escuela no tiene, ni puede tener, el peso que tiene una Asociación.

Quizás ha llegado el momento de que los traductores de Euskal Herria decidamos crear una asociación, y de que pensemos seriamente en que tipo de asociación debemos crear. No faltan las condiciones especificas para la creación de una Asociación de Traductores de Euskal Herria (deberíamos mirar bien cómo debería ser). Salta a la vista que los traductores de euskera tenemos muchos problemas específicos, mirado desde muchos puntos de vista:

desde el punto de vista lingüístico y socio-lingüístico:

  • La propia situación de normativización del idioma que utilizamos.
  • La situación que encontramos en los campos específicos a los que se destina el uso de la traducción que realizamos (Administración, ciencia,...).
  • La escasez de receptores del mensaje en la comunicación en euskera.
  • La formación lingüística anárquica y sin normalizar que los propios traductores han recibido.

Desde el punto de vista laboral y organizativo:

  • El que se trate de una profesión sin regular.
  • La propia dispersión de los profesionales.
  • El ser una profesión de escasa aceptación social.

Desde el punto de vista académico:

  • Los problemas de titulación.
  • La forma de acceder a esta profesión.

Como consecuencia de todo ello, el traductor no está de acuerdo con la política de traducción que está en vigor en Euskal Herria (si bien no es una política planificada, de facto siempre se desarrolla una política determinada, cuando se toman decisiones que afectan a la traducción).

Sin embargo, las decisiones que podrían tomarse sobre la traducción no están en manos del traductor de euskera, a no ser que sea un traductor solitario y autárquico, completamente alejado y apartado de esta sociedad.

Con mayor frecuencia de lo que pensamos, el traductor recibe de otra persona la orden de qué debe traducir, cómo debe traducirlo ("en euskera comprensible", "en un lenguaje que entienda la gente de este pueblo", incluso en alguna ocasión el que no realizaba la traducción se ha atrevido a ordenar al traductor que "ponga el verbo siempre al final de la frase") y cuánto tiene que entrar en cada página (quienes menos nos imaginamos intentan jugar con tacañería con el traductor; por ejemplo, es sabido que hace poco algunas editoriales han querido elevar una protesta formal al Gobierno Vasco por parecerles demasiado altas las tarifas de los traductores, habiendo llegado a efectuar una recogida de firmas en ese sentido).

Además, entre esas decisiones se produce una tremenda dispersión y falta de coordinación. Hemos recibido algunas noticias con gran asombro: al ceder a la universidad los terrenos para construir facultades, el Ayuntamiento de Vitoria ha puesto como condición el que se ubique en ellos una escuela de traductores; y otras muchas del mismo calibre.

El nombre del traductor se oculta (¿quién sabe quién traduce las películas de ETB? ¿dónde hay que buscar el nombre del traductor en tantos libros?). Y, al mismo tiempo, existe la sospecha de que más de un traductor accede a la profesión por la puerta pequeña, de forma que deberá al portero los pagos de toda su vida (algunos anonimatos son la mejor defensa).

La demanda de calidad es también una cuestión de enorme urgencia en el mundo de la traducción. No obstante, junto con la exigencia de calidad el traductor tendrá que organizar y podrá organizar los medios de conseguir esa calidad.

En una palabra, y resumiendo todo lo dicho, la traducción y el trabajo de traducción que se realiza entre nosotros tendrá que desarrollarse con la participación del propio traductor.

Para que sirvan de base y ayuda en esas reflexiones, en este número de la revista empezamos ofreciendo los resultados de una encuesta realizada hace poco entre los traductores de euskera. Junto a ello, también recogemos una serie de noticias sobre asociaciones creadas por otras agrupaciones de traductores (gallegos, catalanes, del Estado español) de nuestro entorno que se encuentran en una situación similar a la nuestra, pues tenemos la firme creencia de que sus experiencias pueden sernos válidas como modelo a seguir.

Aparte de esos temas, que podrían por sí mismo constituir un monográfico, encontramos como es habitual otros temas que consideramos de gran interés.