La traducción de las culturas minorizadas. El caso del gallego
Ana Luna Alonso

(Universidad de Vigo)


Resumen

El artículo comienza con una reflexión sobre la necesidad de analizar el proceso de traducción entre lenguas minorizadas como un ámbito de estudio independiente dentro de los Estudios sobre Traducción.

En mi opinión, está bien claro que las situaciones en las que se produzca la mediación lingüística nunca van a ser las mismas para todas las lenguas y culturas, porque las diferencias económicas, históricas, sociológicas, ideológicas y políticas condicionan todas las relaciones culturales, aunque sólo se trate de traducción entre lenguas minorizadas. Prueba de ello es que, incluso dentro del Estado español, donde aparentemente las lenguas cooficiales (catalán, eusquera y gallego) conviven con el mismo estatus dentro de sus respectivos territorios, las situaciones son bien diferentes.

Tras un breve repaso histórico al panorama de la traducción hacia el gallego en los últimos tiempos, el estudio ofrece datos que permiten responder a ciertas preguntas que consideramos claves sobre qué se traduce (¿qué se exporta y qué se importa?), cuándo, cómo, con qué combinaciones se trabaja, quién traduce, etc. Pensamos en darle continuación en un futuro a este proyecto con el análisis del comportamiento traductivo a partir de los propios textos traducidos.



Hasta hace muy poco, la preocupación por analizar el comportamiento traductor en lenguas minoritarias era muy escasa, o quizás sería más adecuado decir que estos intereses resultaban prácticamente desconocidos para una gran parte de la comunidad científica dadas las dificultades de difusión de las mismas.

Tal y como apunta Zabaleta (2002), la mayoría de las escuelas y teorías sobre traducción se han preocupado por los problemas del cómo traducir entre lenguas mayoritarias, pero no se han interesado (o han dejado de hacerlo), por cuestionarse el por qué, el qué, el cuándo o el cómo se traduce para y desde las lenguas minorizadas.

En nuestra opinión, esta serie de preguntas, claro está, también se deben formular para la traducción entre lenguas mayoritarias, porque la planificación del por qué, el qué y el cuándo de la existencia de traducción también condiciona el comportamiento traductor entre lenguas mayoritarias; pero la tendencia general en nuestro ámbito de estudio ha cambiado de orientación en estos últimos años hacia la búsqueda del cómo y sus diferentes aplicaciones teóricas o prácticas. Por otra parte, y esta es una de las características que diferencia el fenómeno de la mediación entre determinadas combinaciones lingüísticas, es evidente que la razón fundamental por la que se traduce entre lenguas y culturas es la necesidad de comunicarse.

Con esta breve reflexión, lo que queremos expresar aquí es que, ni las tendencias, ni los resultados de cualquier tipo de estudio entre lenguas con diferente estatus pueden ser los mismos, ni siquiera cuando la traducción se produce dentro de un mismo Estado, porque las condiciones que rodean los diferentes procesos de comunicación son diferentes; pero eso si —y esto considero que es fundamental— el contexto en el que se produce la mediación es diferente, aunque esto no debe llevarnos a crear diferencias innecesarias entre unas lenguas y otras a la hora de iniciar un trabajo de investigación.

La existencia de demanda de traducción entre lenguas minoritarias que conviven dentro de un mismo Estado, con una o más lenguas mayoritarias, con estatus de cooficialidad o no, es la demostración de que se está reivindicando la diferencia a través de la diferencia, y el volumen de traducción que se genere entre las mismas, puede resultar indicador del estatus de la lengua, tanto en el plano social como institucional.

Esta es la razón por la cual los que defendemos la pluralidad cultural y lingüística nos interesamos por describir la situación de la lengua y del contexto de la traducción. Así, conocer los criterios (o las normas, como comentaremos más adelante) sobre qué, cuándo, quién y por qué se traduce, además de permitir anticipar resultados comunes (para todas las lenguas) sobre el cómo del comportamiento traductivo, también nos puede ofrecer datos de gran interés para anticipar las necesidades de traducción relacionadas con cambios concretos en el estatus de la lengua que tienen aplicación a largo y medio plazo en la planificación y la política lingüística que se quiera poner en marcha.

El estudio de la traducción "de" o "entre" lenguas minorizadas, visto desde un enfoque sociocultural, nos lleva a tener que tratar de la traducción como una actividad mediadora con un claro papel normalizador y no tanto (o cuando menos no en todos los casos), como herramienta para facilitar la comprensión entre lenguas y culturas.

En la actualidad existen trabajos de investigación sobre la traducción de lenguas minoritarias en comunidades bilingües y plurilingües que tratan sobre la pertinencia de realizar generalizaciones respecto de las lenguas minoritarias como un conjunto independiente (García 2001), en lugar de centrar el estudio de la traducción en los problemas o características de la mediación de lenguas entre pares de manera general con el objeto de determinar los motivos que condicionan la práctica de la traducción en las lenguas subordinadas.

Si aceptamos como característica común a todas las lenguas minorizadas, la pérdida de estabilidad en sus relaciones lingüísticas intraestatales o extraestatales, debemos estar de acuerdo en que el hecho de potenciar o no la traducción, va a actuar de manera positiva o negativa en el desarrollo normal de una lengua. La lengua minorizada perderá terreno en el uso, o llegará a ser innecesaria en determinados ámbitos o para determinadas situaciones en función del volumen de traducción. Pero en cualquier caso, el volumen, así como el tipo de traducciones que se realicen se van a ver modificados por cada situación sociolingüística particular.

En Descriptive Translation Studies and Beyond, Gideon Toury (1995: 5) promete la redacción de una nueva obra en la que pretende elaborar las leyes de comportamiento traductivo: leyes generales e independientes de las lenguas; e insisto en la expresión "independientes de las lenguas", y no de la situación concreta de cada lengua en un momento histórico. Es decir, que las leyes propuestas por Toury son, o pueden ser, válidas para cualquier pareja de lenguas, aunque estén deducidas a partir de la situación de una lengua concreta en un determinado momento histórico. Estas leyes gobiernan la toma de decisiones del traductor desde un punto de vista general. Se deducen a partir de la observación y el análisis de numerosas traducciones, pero por esa misma razón también se trata de leyes ajenas a los textos; incluso podríamos decir que son leyes externas al proceso concreto de la traducción en el sentido de que el traductor no siempre es consciente (ni tiene por qué serlo) de su existencia o de su funcionamiento.

Toury en 1980 describía su concepto de "normas" y hablaba de "normas preliminares", como aquellos factores que inciden en la estrategia general de la traducción y sobre la selección de los textos que se van a traducir. Si admitimos que la traducción es una actividad social y que el traductor cumple una función precisa dentro de una sociedad dada y en un momento concreto (Toury 1995: 53), tendremos entonces que aceptar que buscar las circunstancias que condicionaron la serie de decisiones tomadas por el traductor o las condiciones impuestas por el iniciador que han dado lugar a un texto determinado, significa intentar reconstruir las normas que una sociedad dada, en un momento histórico concreto, acepta como normas de comportamiento social aceptables para un traductor, para una traducción y para unos fines específicos.

Dos grandes grupos de normas ponen fin a la exposición de Toury (1995: 58): las normas preliminares que se refieren a la tolerancia de las traducciones indirectas y a las políticas de traducción (selección de autores, textos, determinación de objetivos según los diferentes grupos receptores, etc.). Las normas preliminares determinan los pasos previos al proceso traductivo, las etapas anteriores (de selección de textos, etc.) que no controla necesariamente el mediador. En el segundo grupo se encuentran las normas operativas que gobiernan la toma de decisiones durante el propio proceso traductivo y se refieren tanto a la distribución del material lingüístico dentro del texto como a su formulación verbal, determinando así la relación entre el texto origen y el texto término.

Pero esto no quiere decir que los dos grupos de normas sean independientes, la elección inicial entre la adhesión a las normas (estilísticas, gramaticales, textuales, literarias, etc.) del texto y de la cultura de partida y el respeto por las normas propias de la cultura receptora determina, según Toury, tanto la manipulación del material lingüístico como las políticas (editoriales) de traducción o las intervenciones normativas por parte de las autoridades competentes que usan la traducción como herramienta.

Creo que tras el estudio de qué es lo que se traduce, podemos analizar las normas que gobernaron la gestación de los textos traducidos; pero para tener acceso a las mismas y al proceso que ellas condicionaron, es necesario partir de los textos traducidos, dada la ausencia de estudios empíricos. Y todo esto sin olvidar las fuentes extratextuales (que también menciona Toury): las formulaciones críticas o semiteóricas realizadas por traductores, editores, etc., en las que se recogen directrices para la traducción o para la intervención normativa en cualquier tipo de texto, ya sean traducciones o no. Los trabajos de Álvarez (2001) y Montero (2002 y 2004) se centran en este sentido en buscar leyes (normas de comportamiento operativas) para la traducción en las combinaciones lingüísticas inglés > gallego y alemán > gallego respectivamente, en un ámbito de actuación más restringido y específico, como es el de la traducción literaria, por tratarse de un campo en el que existe un material suficientemente significativo (mayor en la combinación inglés > gallego) para llevar adelante su estudio de corpus. A pesar de que los dos estudios traten de una pareja de lenguas muy concreta, y una de ellas minorizada, esto no impide, en su opinión, que puedan ser extrapolables en su naturaleza (no en su contenido) a otras parejas de lenguas. Los autores citados insisten en la necesidad de ir más allá del qué se hace, quién y por qué, para pasar al cómo entre estas lenguas en el marco de los estudios de traducción[1].

Hasta ahora, estas primeras páginas han pretendido servir de propuesta de reflexión sobre la necesidad de estudiar el proceso traductor entre lenguas minorizadas como un ámbito de estudio diferenciado dentro de los denominados Estudios sobre Traducción, o si por el contrario, el análisis debe ser entendido como una combinación lingüística con obvias características sociológicas diferentes. Ante todo, vaya por delante mi interés por dar cuenta aquí, aunque sea de manera breve, de las posturas existentes y sobre todo por expresar mi inquietud, ante el peligro que en mi opinión puede presentar para la normalización de nuestro sistema que se haga de la traducción de lenguas minorizadas una especie de gueto dentro del ámbito de los Estudios sobre Traducción.

Es un hecho evidente que las situaciones en las que se produce la mediación nunca van a ser las mismas para todas las lenguas, porque las distintas situaciones sociológicas, históricas, económicas y políticas entre otras condicionan los modos de relación cultural, aunque se trate sólo de traducción entre lenguas minorizadas. Prueba de ello es que, incluso dentro del Estado español, donde aparentemente las lenguas cooficiales (catalán, eusquera y gallego) conviven con el mismo estatus dentro de sus respectivos territorios, las situaciones son diferentes. Además, esto puede influir de manera negativa en el desarrollo del discurso teórico sobre la traducción de estas lenguas y también puede ser negativo para el propio desarrollo de sus respectivos sistemas literarios (si nos limitamos a tratar de este ámbito), y en consecuencia, para la normalización lingüística de las respectivas lenguas y culturas.

Existen circunstancias en las que la mediación entre lenguas minorizadas se producen por necesidades de comunicación; en otros casos las necesidades de mediación vienen dadas porque el plurilingüísmo oficial dentro de un Estado no implica necesariamente el bilingüismo de sus habitantes. Además, tenemos que añadir el caso de la negativa de los miembros de un grupo lingüístico asentado en un territorio bilingüe o plurilingüe (oficial o no) a comunicarse en otras lenguas, aunque las conozcan. En cualquier caso, parece bastante evidente que las relaciones de poder siempre están presentes y cumplen una función que no podemos obviar.

Para los especialistas en traducción, y para los que trabajamos con lenguas minorizadas en concreto, el aspecto más importante de las normas son los distintos juegos de poder que éstas nos descubren —más importantes que las restricciones impuestas por los géneros textuales. Se trata de ciertas tensiones dialécticas que se ponen de manifiesto por una parte en las transacciones entre sociedades y culturas, y por la otra, en el propio seno de cada sociedad:

a) Relaciones de poder entre las culturas que se traducen unas a otras; es decir, jerarquías entre las culturas "fuertes" y "débiles", normalizadas y sin normalizar, con historia escrita y sin ella, etc.

b) Relaciones de poder entre el traductor y las distintas autoridades (culturales, políticas, etc.) que intervienen en la gestación de la traducción, principalmente en los papeles de iniciadores y/o diseñadores del canon de traducciones.

c) Relaciones de poder entre el traductor y su potencial público receptor, que se materializan, fundamentalmente, en la elección entre adecuación y aceptabilidad.

En el caso de nuestra comunidad lingüística, podemos imaginar que tanto gallego parlantes como castellano parlantes podrían entenderse sin necesidad de recorrer a la traducción; pero la función principal de la traducción entre este par de lenguas está en asegurar los derechos de los hablantes de la lengua propia y minorizada a lo largo de los siglos. No vamos a entrar aquí en discusiones sobre cuáles son los mecanismos para conseguir la recuperación de una lengua débil, pero lo que se pretende es que todos los gallego parlantes puedan desarrollar su vida con normalidad en su lengua, un espacio en el que la traducción tiene importante relevancia. Así pues, una actividad comunicativa como la traducción no siempre tiene por qué estar ligada a la falta de comprensión, aunque ésta también existe cuando se trata de relacionarse en "situación normal" con otras comunidades y culturas distintas del español.

Conciencia histórica

Voy a pasar ahora a hacer un breve recordatorio sobre las implicaciones que tiene para el estudio del comportamiento traductor en lengua gallega que se conozca el contexto sociocultural en el que se desarrolla la traducción, y la traducción literaria en particular: qué se traduce, con qué combinaciones se trabaja, qué se importa, qué se exporta, quién traduce, etc. Las limitaciones de espacio nos impiden ir mucho más allá de ofrecer algunos datos que nos sitúen en el proceso diacrónico, por eso dejamos los comentarios sobre la producción más reciente para futuras investigaciones, así como el análisis más elaborado de las estadísticas o el de los textos, que considero absolutamente fundamental para sacar conclusiones y disponer de elementos que nos permitan avanzar en la aplicación de los resultados en ámbitos como pueden ser el de la docencia en traducción.

La historia nos muestra como la lengua gallega ha vivido períodos de "normalidad" (siglo XIII), en la que se expresaban los documentos públicos y la literatura. La evolución de las letras gallegas aparece marcada por el momento en que Portugal se constituye como territorio independiente entre los nuevos estados peninsulares creados en el siglo XII. Los primeros textos conservados en nuestra lengua datan de comienzos del siglo XIII. A la época de mayor esplendor de nuestra literatura escrita en gallego (las Cantigas de amor, de amigo y de escarnio medievales), le seguirán textos en prosa de carácter religioso y didáctico, pero la presión de la monarquía castellano-leonesa impidió que se crease una prosa autóctona y así, el número de traducciones en gallego se vio reducida a unos pocos textos históricos y narrativos, hasta quedar substituida en el siglo XV por la cultura castellana (Noia, 1995).

El español comienza a penetrar en Galicia a finales de la Edad Media, pero hasta el siglo XIX sólo era empleado por un porcentaje muy reducido de la población, las clases más altas, en parte originarias de fuera de Galicia. El asentamiento de una nobleza extranjera, intransigente con la cultura y la lengua de Galicia, afianzó gravemente el proceso de castellanización y provocó que el gallego estuviese ausente de los usos escritos frentre al español y el portugués que entraron en un proceso de fijación y codificación, convirtiéndose en "lenguas de cultura", mientras el gallego se quedaba reducido al uso oral.

Así, el código gallego permaneció destinado a un uso menor, como lengua coloquial y rural, con una literatura exclusivamente oral. Los escasos textos traducidos que se conservan nacen de la necesidad de acceder a las obras castellanas y latinas por falta de conocimiento de esas lenguas: la Crónica Troiana y la Crónica de Castilla; o bien para dejar constancia de una literatura escrita en la lengua del país: la Crónica de Santa María de Iria.

Desde los siglos XV hasta al XIX, el gallego se quedó reducido a una lengua que iba perdiendo unidad al no estar centralizada, ni lingüísticamente (falta de cultivo literario, de un estudio científico y de un modelo culto), ni geográficamente (falta de un centro político que elaborase e impusiese un modelo lingüístico), ni socialmente (vulgarización de la lengua). De este modo el español pasaría a ser la única lengua oficial a todos los efectos, mientras la mayoría de la población seguía hablando gallego. Esta situación ha sido la causante de que se asociase el español con la lengua de la ciudad, de la cultura, de la riqueza y del progreso, y el gallego se valorase negativamente como lengua de la aldea, de la incultura, de la pobreza y del atraso.

Hasta épocas muy recientes (siglo XIX), no se traducía al gallego por ser una lengua rural y no de cultura, pero como no se hacían traducciones, salvo algunos textos clásicos que surgen por intereses particulares (una versión gallega de Horacio (1885), las Odas de Anacreonte (1897) o el libro IV de la Eneida de Virgilio), la lengua tardaría en volver a ser lengua culta.

El gallego es pues una lengua minorizada que ha sufrido un desprestigio social con una pérdida masiva de usuarios a lo largo del siglo XX, y muy especialmente en los últimos cincuenta años del siglo pasado el abandono de la transmisión intergeneracional. El franquismo, por su parte, con su política de marginación de la lengua gallega de la vida pública, del sistema educativo y de los medios de comunicación de masas, coincidiendo con una depauperación progresiva del medio rural gallego, acentuó la emigración que ya había comenzado a mediados del siglo XIX.

A pesar de todo lo dicho, el gallego sigue siendo la lengua inicial e usual de la mayoría de la población adulta gallega, gracias a su arraigo en el medio rural, entre las personas mayores, de baja cualificación educativa-profesional y de clase baja. Es necesario indicar que la política oficial de los sucesivos gobiernos autonómicos en los últimos veinte años en materia de normalización lingüística se ha basado en la doctrina del denominado "bilingüismo armónico" y ha centrado su actividad en defender los derechos de los castellano parlantes, despreocupándose por dinamizar la supervivencia de la lengua propia. Nos encontramos así en una situación de abandono y desinterés por planificar por parte de la Administración que debería ser la responsable de proponer medidas de actuación y definir los criterios de evaluación que permitan poner fin al proceso de regresión.

La traducción de una lengua minorizada debe formar parte de un proceso planificado de normalización que parta de una situación explícita, que se proponga unos objetivos concretos en un determinado período de tiempo, que cuente con los medios de difusión y los recursos de implantación adecuados, y que disponga de una legislación que favorezca este proceso de cambio.

Hay que tener en cuenta que la traducción es necesaria, pero en función de los ámbitos en los que se produce y el volumen de producción, podemos afirmar que la lengua se sitúa en un alto grado de normalización o de dependencia de la lengua dominante. De hecho, la traducción continua de documentos de la lengua mayoritaria a la minorizada puede indicar que la minorizada todavía carece de modelos propios suficientes para ser utilizada en todos los ámbitos de la vida pública y privada. Por el contrario, la traducción de la lengua minorizada hacia la lengua mayoritaria, y sobre todo, a otras lenguas mayoritarias, es un indicador positivo de la situación de la lengua, esto es, indica que sus hablantes utilizan la lengua más allá de los límites de su comunidad, que los hablantes de otras lenguas reconocen su identidad propia e independiente de la lengua mayoritaria.

Políticas de traducción

El espacio que ocupa la traducción en el desarrollo de un sistema literario de acogida resulta ser un campo de investigación privilegiado por su papel complejo e influyente en el sistema literario receptor.

Si entendemos la traducción como actividad creativa (en ocasiones manipuladora), como fuente de información, como espacio empleado estratégicamente por los medios institucionales del sistema literario y lingüístico-cultural, como esfuerzo por competir con las traducciones previas, como nueva lectura intertextual, y como subsistema que compite y se une a otros sistemas literarios, tendremos que proceder al estudio del sistema de recepción, sobre quién y cómo decide qué se traduce, sobre cuáles son los textos canónicos y sus funciones en la legitimación del proceso de normalización como medio de producción de imágenes sociales, sobre la renovación del sistema y sobre su papel como medio que contribuye a la existencia de identidad nacional.

Según lo expuesto al principio de este capítulo, la búsqueda de las circunstancias que condicionaron las decisiones tomadas por el mediador, o las condiciones que se le han impuesto son fundamentales para intentar conocer las normas preliminares que han determinado una traducción. En este apartado me voy a limitar a dar cuenta de manera breve del contexto que rodea el proceso reciente de selección de los textos y de la política de traducción.

Por el momento carecemos de un registro exhaustivo que recoja los datos sobre la traducción en lengua gallega[2], y hasta que esto suceda, hemos de recurrir a las bases de datos del ISBN que nos ofrece el Ministerio de Educación u otras instituciones, así como las de otros organismos que se han ocupado de reunir información sobre creación y traducción de manera conjunta en nuestra lengua[3]. Para presentar un breve panorama de la traducción, nos han sido muy útiles los datos que recopila G. Constenla en la revista Viceversa (1995-2000) y en el Anuario de estudios literarios galegos (1995-2001) a lo largo de estos últimos años, asi como los resultados de un trabajo de fin de carrera por él dirigido y defendido en nuestra facultad sobre las traducciones publicadas en lengua gallega desde 1953 hasta 1997 (Rubio 1999). Los datos nos muestran que la mayor producción de traducción en Galicia surge a partir de 1983, año en que se hace pública la LNL (Lei de Normalización Lingüística). La evolución ha sido ascendente hasta el momento, pero a partir de 1998, el proceso se invierte de manera preocupante. En este mismo estudio se comprueba que las publicaciones infantiles y juveniles son las líderes del mercado, y esto sigue siendo un fenómeno constante en la actualidad. Por otra parte, y por motivos obvios de dependencia cultural de la lengua mayoritaria, la lengua de la que más traducciones se han hecho ha sido del español, mientras el porcentaje de los libros que proceden del inglés, francés, alemán, italiano o portugués es mucho menor. Un dato que parece ser significativo e interesante para su estudio es el aumento de las traducciones entre las lenguas del Estado, tanto importadas como exportadas, aunque muchos de estos textos también se traducen al español, por lo que nos podemos encontrar la misma obra en las dos lenguas de la comunidad compitiendo en el mismo mercado.

Los datos que nos ofrece el Index Translationum[4] sobre el panorama actual de la traducción mantienen las cifras del número de importaciones y de exportaciones desde el español mucho más alto que desde otras lenguas.

La selección de las traducciones que se realizan en gallego, como criterio general, responde a motivos comerciales que dependen de acuerdos entre editoriales, o a decisiones de los grandes grupos editoriales, y a factores como los derechos de autor y de traducción. Nuestro sistema literario sigue siendo deficitario de obras procedentes de lenguas extranjeras. Las obras que más se traducen, salvo contadas excepciones, son obras que forman parte de la denominada "literatura clásica universal" que carecen de derechos de autor, abaratan en producto y que no están traducidas al español, por lo que nos encontramos en ocasiones con obras menores de los "grandes autores de la literatura universal" que sólo contribuyen a conformar un sistema literario anacrónico y enrarecido.

Las razones de que nuestro sistema se mantenga así (en materia de importación y exportación) desde hace más de veinte años, hay que atribuirlas en gran parte al escaso apoyo ofrecido por las instituciones responsables en dinamizar el sector del libro y la lengua propia. Basta con comparar los datos de la producción en lengua gallega con la producción en otras lenguas del Estado como la catalana. Esta ausencia de apoyo, unida a las dificultades económicas con las que se encuentran las editoriales para poder editar obras contemporáneas importadas en nuestra lengua tiene como consecuencia que nos encontremos con un panorama que no ha cambiado mucho desde que los autores de principios de siglo pasado, decidiesen traducir sin ningún tipo de planificación y de manera altruista, aquellas que consideraban las obras de interés para prestigiar nuestra lengua.

Ya he hecho alusión a las consecuencias que tiene para el sistema la selección de lo que se traduce. Un caso semejante y de interés para el estudio de la posición de la literatura traducida es el caso de la literatura infantil y juvenil. En primer lugar, es necesario saber qué es lo que se denomina literatura infantil y juvenil cuando un texto pasa de una lengua a otra, el cuándo y el cómo se produce esa traducción (o versión-adaptación) en la mayoría de las obras, cuáles son los contenidos que se trasladan, y dado que los factores económicos influyen en todo el proceso, qué es lo que se traduce, desde qué lenguas (la mayor parte, como ya apuntamos, procede del español y en menor número de otras lenguas del Estado), y por último qué aporta la traducción para la formación de las mentes de los más pequeños y de los creadores.

Tenemos pues, obras traducidas que responden a criterios muy poco definidos y muy variados, todas ellas pretenden normalizar, pero lo cierto es que el resultado es que más bien contribuyen a "dislocar las referencias textuales contemporáneas del lector" (Cruces 1993: 63), y llevan a la mayoría del público que quiere seguir la "normalidad" de lo que se crea fuera de nuestras fronteras a consumir literatura traducida preferiblemente en español.

Así, podemos afirmar que no se han producido muchos cambios en estos últimos años. En la primera etapa de la traducción hacia el gallego, la intención de los intelectuales que se dedicaron a la traducción era la de procurar la autoestima de la lengua haciéndose valer fuera, tratando de buscar semejanzas y similitudes en las diferentes culturas que nos rodeaban.

Desde el siglo XIX los historiadores preocupados por reconstruir nuestro pasado le conceden a la supuesta identidad céltica de Galicia un valor de mito fundacional de la nación gallega. Irlanda y el celtismo son ingredientes que contribuyen a conformar nuestra realidad cultural como elementos de referencia, ya sea en el espacio político como modelo de lucha por la liberación nacional (presente ya desde el regionalismo), bien como ejemplo cultural y modelo a seguir. El caso del teatro irlandés es una muestra del movimiento teatral nacionalista de las Irmandades da Fala desde finales de los años veinte hasta el comienzo de la Guerra Civil.

En este contexto, los autores de la Xeración Nós, y en especial Vicente Risco, orientan su inspiración hacia el Atlántico, a lo nórdico y a lo anticlásico, frente al centralismo castellano y al mundo mediterráneo-clasicista. Es en este ambiente intelectual en el que hay que situar las traducciones que vieron la luz en diferentes números de la revista Nós a lo largo del año 1931. Los capítulos traducidos por Vicente Risco son los que narran la vida del rey Breogán y de los hijos de Mil, en ellos es donde se pone en relación la historia mítica de Irlanda con la de la Península Ibérica, materia también utilizada por Eduardo Pondal. Desde la perspectiva del galleguismo la creación y la traducción sirven para asentar la idea de una cultura gallega que se funde con el mundo céltico, una cultura nórdica y atlántica, muy diferente de la mediterránea española dominante. La traducción sería, pues, un ejemplo más de esa atracción irlandesa, que incluye el interés por figuras como Yeats, Synge o Joyce.

La norma consistía en tergiversar la intención de los textos para darles un carácter más "gallego" al resultado, tanto en el léxico como en las estructuras, descripciones, etc., y sobre todo, huir de las semejanzas con el castellano (conseguir un texto más auténtico), hasta el punto que se rechazaban las formas gallegas que coincidían con las castellanas a favor de otros sinónimos, arcaísmos o invenciones innecesarias. En aquel momento se traducía para recuperar la lengua y cualquier otro tipo de consideración carecía de importancia. El texto original se sacrificaba con el único objetivo de seguir el ideario político galleguista y las razones políticas e ideológicas estaban por encima de cualquier otro tipo de comportamiento. De manera general, los sistemas débiles son siempre los más receptivos y menos selectivos, y el hecho de que una determinada literatura sea permeable a todo tipo de elementos ajenos puede tener como consecuencia la eliminación progresiva de la literatura en cuestión.

La situación actual no ha variado mucho, se importa más que se exporta y se traduce mucho desde el español como un modo de evitar un conflicto lingüístico que creemos suprimir al eliminar en apariencia el complejo de dependencia. En términos de diglosia, podemos constatar un rechazo consciente del sistema literario vehiculado por la lengua fuerte en busca de signos en el tiempo que puedan contribuir a identificar la cultura de la lengua débil.

Aunque se hacen esfuerzos por seleccionar obras contemporáneas procedentes de otras culturas y quienes traducen son, además de los creadores, los profesionales que se han comenzado a formar en la Facultade de Filoloxía e Traducción de nuestra Universidad; por lo que podemos observar, la normalización de nuestro sistema literario a través de la traducción sigue manteniendo un valor simbólico. Si, percibimos un cierto cambio en la norma operativa frente a décadas anteriores, sin embargo, la ausencia de criterios en la selección de las obras parece ser el criterio más empleado.

El comportamiento de la traducción literaria en gallego, se caracteriza por la existencia de varias miradas con funciones y elementos diferentes. Por un lado, existe una mirada hacia la literatura escrita en lengua española que se presenta como una amenaza, una literatura que se querría ver como extranjera, aunque su presencia sigue siendo constante desde la escuela hasta la universidad, y sus códigos y modelos pasan a la escritura y a la formación del público lector desde pequeños. Existe también una mirada hacia lo extranjero imaginado como relativo, un extranjero que se ve como semejante, es el caso de Portugal (no carente de prejuicios). Tenemos la mirada solidaria, hacia otros sistemas extranjeros que se consideran más o menos análogos (como es el caso de Cataluña o el País Vasco, pero también el de las otras literaturas procedentes de espacios lejanos denominados "exóticos"). Y por último, existe una mirada hacia las consideradas "grandes literaturas", relaciones importantes que se establecen en sentido único, que siguen teniendo interés en la actualidad, aunque las actitudes y las modalidades han evolucionado de manera que ya existen algunas (pocas) traducciones hacia el exterior.

En su estudio de hace ya diez años, Susana Cruces (1993: 61) apuntaba que entre 1982 y 1989, se duplicaba el número de publicaciones en gallego y el número de traducciones; "pero a proporción das traduccións mantense constante, o que quere dicir que o sistema non parece demandar un maior número de importacións". La tendencia a la baja en la publicación de traducciones se podía atribuir en su momento a que nos encontrábamos (y todavía nos encontramos) en una época en que era fundamental que hubiese más producción propia, y quizás por esa razón, ya no se precisaba importar de manera sistemática; pero también es cierto que esta involución que comenzaba en los años noventa se ha mantenido hasta la actualidad, de manera que tanto el proceso de importación, pero sobre todo el de exportación, se encuentra en serias dificultades. Como todos sabemos, para cualquier sistema literario que quiera sobrevivir, la exportación es tan necesaria como la importación.

Un sistema en situación normal no puede seguir viviendo sólo de la traducción literaria para los más pequeños, ni tampoco de la creación. La falta de promoción de la lectura en gallego (y no sólo dentro de nuestro espacio físico territorial), debe ir más allá del ámbito escolar y demandar las obras que se producen de manera sincrónica. Pero el hecho de vivir gracias una subvención (que cada vez es más pequeña) para que una obra se publique o se traduzca, y carecer (o desaprovechar) de las vías de difusión necesarias para darse a conocer fuera del ámbito lingüístico propio, limita considerablemente las posibilidades de normalizar.

Si las editoras siguen manteniendo una cierta anarquía en la selección de obras es porque no existe un apoyo claro al sector por parte de las instituciones. La Administración por su parte, sostiene así una forma más de control de lo que se produce o de lo que se traduce e impide con su actitud que se vaya más allá, favoreciendo esa impresión de que existe una clara desidia por los productos culturales en nuestra lengua y abandonando su responsabilidad, que sigue en manos de un grupo de "voluntarios y activitas lingüísticos", que se sitúan en la periferia del sistema.

Referencias bibliográficas

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Notas

1. Casos concretos de cómo el contexto socio-histórico determina decisiones de traducción que afectan a cuestiones concretas como la elección del léxico, son los que se describen con más detalle en Álvarez Lugrís (2001) a propósito de la traducción al gallego de fragmentos del Ulysses de Joyce realizada por Otero Pedrayo.

2. El Ministerio de Ciencia y Tecnología nos ha concedido una ayuda económica para llevar adelante este proyecto en nuestra Universidad. El estudio pretende fichar todas las traducciones realizadas en gallego desde 1980 hasta 2005.

3. Cf. Biblioteca de Literatura Infantil e Xuvenil (BLIX) en: http://www.filix.org/traduccion/ versions.html,. Fecha de consulta 10-09-03.

4. Index Translationum. Fecha de consulta 10-09-03.