¿Etnocéntrico contra extranjerizante?
Juan Garzia


Resumen

En esta conferencia se presenta el dilema de la traducción etnocéntrica y de la traducción exocéntrica, planteándose la pregunta de cuál de ambas tendencias puede ofrecer los mejores resultados. Para responder a esta cuestión es preciso liberar a ambas opciones de cualquier carga ética que limite el análisis de las posibilidades ofrecidas por una y otra.

Una respuesta a este dilema es la que ofrece Antoine Berman, quien sostiene que la traducción debe ser necesariamente abierta al Otro, a lo extraño —exocéntrica, por lo tanto—. El conferenciante señala, sin embargo, que antes que nada habrá que aclarar exactamente los términos de la mencionada oposición; es decir, hasta qué punto puede una traducción abrirse a ese Otro, o, dicho de otra manera, dónde está el límite entre la opción del traductor y la servidumbre impuesta por la lengua de llegada. La receta de Nida y Taber de que la lengua oral debe prevalecer sobre la escrita tampoco parece universalmente aceptable, porque, en cualquier caso, siempre hay que tener en cuenta qué se traduce, para quién, para qué, la distancia tanto espacial como temporal, cultural, tipológica, etc. entre la lengua de partida y la de llegada, así como las condiciones particulares en que se desenvuelve cada idioma.

Partiendo de estas premisas, hay que comenzar por ver en un caso como el de la lengua vasca, que se debate en una situación de pura y dura diglosia, qué y de qué idioma o idiomas se traduce actualmente. Generalmente suelen ser textos de carácter pragmático, autotraducidos casi siempre del castellano; es decir, textos creados en castellano por los propios vascos, y posteriormente traducidos al euskara. Con un dato como éste, no parece que las traducciones de textos escolares o las autotraducciones que aparecen en los medios de comunicación vascos sean los medios ideales para el enriquecimiento de la lengua vasca por medio de su apertura al Otro, en una postura supuestamente cosmopolita.

Por otra parte, no hay que olvidar en nuestro caso que la supeditación a ciegas al castellano lleva a discriminar a los hablantes naturales del País Vasco francés. Y viceversa. Por ello, en muchos casos no está claro qué es para nosotros el Otro, o lo extraño, aquello que supuestamente nos va a enriquecer. Pero es que, además, en el caso fabuloso de que se los hablantes de la lengua vasca superaran todos esos obstáculos, ¿qué autoridad impondría tal o cual criterio?, o ¿dónde está el circuito que serviría para hacerlo llegar al gran público?

Este es la situación tan difícil con la que se encuentra diariamente el traductor de lengua vasca, quien, como vemos, no puede valerse del apoyo de unas teorías de la traducción válidas para otras lenguas. Así, sin quitar importancia a estas teorías, el traductor deberá valerse principalmente de su propia sensibilidad en su quehacer diario.