Presentación
Traducción: Koldo Morales
La traducción al castellano ha ido adquiriendo un peso cada vez mayor en el ámbito de la traducción vasca. Por esa razón, en este número de la revista SENEZ nos ha parecido interesante dedicar un espacio —aun siendo pequeño— a desarrollar ese aspecto. Además, la importancia que este nuevo campo que ha asumido nuestra profesión tiene para los euskaldunes no es en absoluto desdeñable, puesto que puede decirse que tiene una estrecha relación con la normalización del euskera y con su buena salud. Por ejemplo, tomemos el caso de la interpretación, de la traducción oral, un campo que se está ampliando cada vez más: una sociedad bilingüe no puede dejar de lado ese campo, porque es imprescindible para su forma de expresión y para el equilibrio entre sus grupos de hablantes. En la actualidad, en cualquier celebración —incluso en las de alto nivel internacional— tenemos la oportunidad de hablar en euskera y de escuchar intervenciones en euskera, puesto que los intérpretes reflejarán tanto en euskera como en castellano las palabras de los intervinientes, transmitiendo su contenido a quien lo quiera escuchar en uno un otro idioma o a quien quiera hablar en uno un otro idioma. Eso es una realidad hoy día, en este momento, y no solamente en el Parlamento Vasco, en las Juntas Generales y en los Ayuntamientos, o en los tribunales y en la universidad, sino también en conferencias, reuniones de trabajo, congresos y eventos similares, si bien eso no quiere decir que no haya que seguir fortaleciendo o mejorando esa utilización del euskera. Vista esa realidad, en este número de la revista dedicamos tres artículos al trabajo de interpretación que se realiza entre nosotros; el primer artículo se refiere a la interpretación que se lleva a cabo en el Parlamento Vasco, y el segundo a la que se realiza en los juzgados y tribunales —en la mayoría de los casos, la que se realiza del euskera al castellano—; el tercer artículo, si bien trata la interpretación que se realiza en congresos y eventos similares, dirige una mirada retrospectiva a la interpretación en su conjunto, dándonos a conocer de primera mano la amarga realidad de algunos intérpretes.
Por otra parte, pero siguiendo por esa línea, también hemos traído a estas páginas dos acontecimientos dignos de mención, ya que tienen una profunda relación con este tema:
Por un lado, la traducción del libro Obabakoak de Bernardo Atxaga. Algunos lo han tomado como demostración de que el euskera y la literatura vasca están alzando el vuelo; sin entrar en esa cuestión, sí mencionaremos la relación que tiene la traducción con ese despegue. Hablaremos con Atxaga sobre la traducción de su libro y —entrando en un tema más general— sobre la traducción que se realiza en Euskal Herria.
Por otro lado, comentaremos el procesamiento que ha tenido que sufrir el autor de un artículo escrito en euskera como consecuencia de la traducción al castellano. En efecto, en la medida en que nuestra situación lingüística se vaya encarrilando el euskera ocupara un lugar cada vez mayor en el sistema judicial, y lo mismo sucederá con la traducción, tanto con la que se realiza del euskera al castellano como de la que se realiza a la inversa, tal como pone de manifiesto el suceso apuntado. Además del artículo dedicado especialmente a ese procesamiento, aquí también tenemos que incluir el otro artículo anteriormente mencionado al hablar de la interpretación, es decir, el que da una visión general de la interpretación en los juzgados y tribunales de Euskal Herria. En ese sentido, no debemos olvidar que también la traducción jurada será una realidad en breve, puesto que tendrá su quehacer en el mundo judicial. Pero eso lo dejaremos para otra ocasión.
Creemos que con estos cinco artículos el lector tendrá material suficiente para la reflexión —ese pasatiempos que se está poniendo tan de moda—, y no perdemos la esperanza de que surjan en él las ganas de discutir. En efecto, en la medida en que las relaciones entre el euskera y las otras lenguas con las que convive se vayan normalizando, los traductores vascos tendremos que demostrar que no solamente sabemos traducir al euskera, sino también desde el euskera, y nadie se sorprenderá si decimos que para muchos será una nueva materia o necesidad de aprendizaje. Nosotros ya hemos empezado y otros empezarán, y se nos volverán a plantear problemas ya conocidos y surgirán otros aún desconocidos. Lo que se dice en la entrevista sobre la imposibilidad de traducir el libro de Atxaga y lo que se dice sobre la traducción del artículo sometido a procesamiento nos dan pie para ello; el envido está ahí: ¿es imposible traducir desde el euskera? Esa pregunta no es sino el eco de la pregunta realizada —y contestada— por otros hace mucho, en otros sitios y en otras realidades, pero quizás la pregunta debería ser otra: ¿somos capaces de traducir desde el euskera? Antes hemos hablado de discusión, pues el refrán dice que "lo imposible se hace posible a base de esfuerzo", y no debemos dejar escapar ninguna oportunidad, pero así ha sucedido con la traducción de Obabakoak, porque será una oportunidad perdida —mejor dicho, otra más, recordando el artículo escrito por Koldo Izagirre en el doble número de 1989 de esta revista SENEZ— para aprender o analizar cómo se traduce del euskera, no solamente al castellano sino también a otros idiomas.
Por otra parte, entre los trabajos puntuales también habrá material para la lectura: la teoría de la traducción del humanista español Baltasar Cespedes; un artículo sobre la vida y el trabajo de Gregorio Arrue, "el primer traductor profesional", con motivo del centenario de su muerte; la utilización de la coma, el carácter orgánico de los textos escritos, y las tendencias contrapuestas de la traducción del lenguaje figurado según se traduzca desde otras lenguas al euskera o desde el euskera a otras lenguas.
Por consiguiente, estaremos contentos si conseguimos dar que pensar a los lectores de esta revista. Y aún más contentos si les damos que hablar; si lo logramos, tendrán para ello abiertas las puertas de esta revista.