La amarga realidad del intérprete de euskara

Resumen

En este artículo se analizan los problemas y dificultades de todo tipo a que se enfrentan actualmente los intérpretes de lengua vasca, profesión o actividad esta con muy pocos años de existencia. Así, unas primeras jornadas sobre interpretación de euskara se celebraron a inicios de la pasada década en San Sebastián; los primeros pasos en interpretación simultanea se dieron en la Facultad de Ciencias de la Educación y en la Audiencia Provincial de San Sebastián, con el castellano y el alemán como lenguas de partida. En la administración publica la interpretación se inició en los plenos de las Juntas Generales de Guipúzcoa. Rápidamente se dio el paso de la interpretación consecutiva a la simultanea, al ser esta mucho más dinámica. Sin embargo, el verdadero salto cualitativo se dio con motivo del Congreso Mundial Vasco de 1987. A partir de entonces, la interpretación en euskara pasó de ser utilizada únicamente en instancias oficiales (diputaciones, ayuntamientos, universidad, etc.) a aparecer también en diversos tipos de congresos, incluso de iniciativa privada, si bien en su mayor parte siguen estando organizados por las instituciones políticas del país. El camino contrario se ha dado en la televisión vasca, en donde se ha reducido prácticamente al mínimo.

Cada vez, pues, es mayor el uso de la interpretación en euskara, y ello lleva a los profesionales de este campo a plantearse los niveles de calidad que debe alcanzar su labor, dado que todos ellos han pasado de la traducción escrita a la oral, sin prácticamente preparación especializada, y con grandes dosis de intuición y valor. En este sentido, ha habido varios cursos o seminarios desde 1987 organizados por la Administración y por la propia Asociación de Traductores Vascos.

En cuanto a las condiciones en que se desarrolla la interpretación en lengua vasca, esta se hace generalmente entre el euskara y el castellano, de manera que resulta preciso trabajar a relé (escuchando la traducción al castellano de otro intérprete) cuando el orador se expresa en una lengua distinta. Ello plantea, pues, la necesidad de ampliar el conocimiento de idiomas de los propios interpretes, dado que el público vascohablante que asiste a congresos en los que se emplean otras lenguas suele inclinarse por oír la traducción al euskara con mas frecuencia que cuando el orador se expresa en castellano.

Sobre los problemas que conlleva esta labor cabe mencionar el hecho de la falta de costumbre de hablar con interpretes de parte de muchos conferenciantes, moderadores, etc., que suelen hablar excesivamente rápido, con lenguaje complicado y poco estructurado, etc., lo que convierte la labor del intérprete en puro sufrimiento.

Por otra parte, la labor de los intérpretes en euskara no siempre es tomada en consideración por los propios oradores ni por el público, y ello lleva a pensar que muchas veces cumple una función meramente decorativa. Es el caso de los políticos vascos, pero no só1o de ellos, que continúan haciendo un uso testimonial de la lengua vasca aún a sabiendas de que su mensaje puede ser recibido en condiciones más o menos correctas por aquellos oyentes que desconocen el euskara.

Todos estos problemas vienen a dificultar el perfeccionamiento de los propios intérpretes, necesario a todas luces, ya que no contribuyen a crear el ambiente necesario para invertir esfuerzos en ese perfeccionamiento. Y en este empeño deben participar tanto los profesionales de la interpretación como los propios oradores y los oyentes.